lunes, enero 12

La alcantarilla del infierno.



Fotograma de la película "El tercer hombre"


Me inquieta el reloj en medio de la multitud redoblando su poderoso tic tac. Siento que unos ojos me vigilan constantemente, no alcanzo a verlos, pero en mi nuca se posan. Una mesa se sobresalta cuando las cartas del destino decretan. El olor a tabaco sobresale en el callejón donde el gato dormita, mientras las notas de jazz alejan la muerte. La multitud me arrastra a la derecha, luego a la izquierda. No sé bien a donde voy o a donde me lleva la muchedumbre. No creo que ella tampoco lo sepa. El tacón de un zapato se clava en una alcantarilla. Un vaho demoníaco de ella se desprende, se marchita una sonrisa atrapada en una pipa y corre a socorrerme. –Suele pasarle a chicas como usted. Mientras el tobillo sostiene, admiro la hebilla de sus zapatos relucientes como una estrella y la perfecta simetría de su rostro moreno, pero el mundo no se detiene. Logra zafar de su cárcel el zapato y con una reverencia se despide. Una mujer llena de anillos su falda levita como un campanario y me susurra, si sabes lo que te conviene ¡Vete! 

A los lejos, se aprecia los barcos borrachos en la corriente que el río mece. Un hombre con voz celestial canta mientras suicidas de la luz tratan de atraparlo con asombrosa exultación. El tipo de doble papada vuelve a mirar el reloj. Me crispa los nervios su mirada cada 5 minutos a esas rebeldes manecillas. El frío los huesos calan a pesar del grueso gabán. Me encantan las formas labradas de las barandillas de las terrazas, que transitan sobre nuestras cabezas. La gente que casi desmaya cuando advierten el desfile de sombrillas danzantes cerca del tranvía con el espíritu del blues en sus gargantas. En mil rincones se abarrotan dando el espectáculo más vital, pero a pesar de la algarabía se respira una angustiosa soledad en la mayoría de las almas, que pretenden repararla con música y cócteles en la calle del pecado. Allí se desdibuja torpemente los cuerpos bajo los inquietantes faroles. Una breve cintura en silencio yace debajo de adulterados pechos. El verso de dolor invita con premura a obtener efímero placer por unas cuantas monedas: huelen aún a miel de arce, en las manos que seducen en la esquina.

 La torre comienza a dar sus campanadas en medio de la confusión. Una tetera la acompaña como un ente vivo que en alguna cocina silba. Justo en ese momento el tacón cede. El tranvía, ajeno a mi desgracia, aprisa pasa antes de caer, una mano. Mi cuerpo encierra, sigue las campanadas, una, dos, tres…el sonido no termina. La terrible escena aun me hace temblar al recordar el roce de ese hombre. ¿Cómo describirlo? Pareciera que se iba consumiendo el cielo al tocarlo. El desbalance me hizo fijarme en sus ojos negros como un pozo sin fondo. Su tez blanca como la clara de huevo al ser hervida, bajo su negro frac, resaltaba. El gato al verlo se alejó de él igual que si oliera a una seta venenosa. El mundo de los muertos exhalaba al tocarlo y el vacío habitaba en la sonrisa que me regalaba. Mientras mi cuerpo sostenía, aquellos ojos negros como bolas de billar estaban hambrientos de luz. Su mirada intensa era como un puñal que destruía y se burlaba de la herida que propinaba. Me separe bruscamente de su abrazo como del aguijón de una avispa. La máscara que antes sostenía volvió a su cara y  regresó a confundirse bailando con la multitud, mientras mi sangre presa de terror aun sacudía mi cabeza. La torre, en su última campanada, con furia al cielo clamaba y fue cuando él volteó la cabeza a mirarme de nuevo. Susurró algún día serás mía, mientras la cola de su carnavalesco traje de diablo alegremente discurría entre el frenesí de la calle Bourbon.

Xiomara Beatriz.

martes, diciembre 9

Alma de escarcha.

Anka Shuravleva.

Al cerrar los ojos
otra pagina se escribe
una diferente realidad discurre
oigo mis pasos cerca de la brumosa ciénaga
donde existe milenarios cipreses
el viento parece gemir y a ellos acuden los cuervos
mientras la niebla devora el día con sus alas grises
en la confusión huele el otoño como azúcar quemada
unos ojos me miran hambrientos
en el descanso del poema
el ave de pasión sublevada
en la calle vacía se eleva

El miedo roza la espalda
las pisadas huecas retumban
la fría humedad con la piel choca
el rosa en su cautiverio  tiembla
el encuentro del desencuentro me adivina
y el silencio pierde la balanza
se inscribe la tristeza en el deslucido techo
la hija de nadie pierde su primavera
se enciende el invierno con el ocaso a cuesta
liquida como la tristeza convulsiona en la piedra
en la calle Bourbon por el mortal pecado no rezan

Los labios van perdiendo su luz
un soplo vagabundo no alcanza la puerta
el tren despide la siniestra sombra
la mano toma la realidad que se levanta rota
relampaguea en la esquina donde nadie espera
y en la vitrina se refleja el alma de escarcha
que con avidez ahora la viste .

Xiomara Beatriz






miércoles, noviembre 26

La presencia ausente.







Ausente tan presente
en mi ausencia, 
retrato de ti
fragmentado en poemas
se refleja en el ojo,
lo rodea un espejo
como si no tuviera rostro,
madrugada y penumbra 
lo habitan

Mi corazón suspira 
cuando se asoma la travesura
dejando atrás la congoja,
invocas los dioses del amor
tras la sagrada conjura de tu lengua de fuego
el piano suena mientras acercas tus labios a los míos
ambicionando probar el divino licor de la pasión
pero me abruma el lloriqueo de los luceros 
clamando su desventura al saberte 
en ávido vuelo hacia mí matutino sol

Ausente tan presente
en mi ausencia, 
en el tiempo sin tiempo,
te busco con versos alados
mientras los cipreses gimen
sus otoñales colores 
cuando la tarde envejece.

Xiomara Beatriz  



viernes, noviembre 7

La casa sin ventanas .



Patty Maher.


EL AROMA A VIOLETAS ONDULA EN LA SOLEDAD DEL CAMINO, SOBRE LA ORILLA DEL RÍO YACE LA AGONÍA DE LA TARDE. EL VUELO DE LAS AVES SE ADELGAZA EN EL HORIZONTE COMO MELANCÓLICAS REMEMBRANZAS. ESE HÁBITO DE IR A RENDIR TRIBUTO DIARIO AL OCASO NO PUEDO REMEDIARLO, LA LUZ SE ESPARCE CON TONOS ROJIZOS CON UNA DESCARADA OPULENCIA QUE ME CAUTIVA. DISTINGO EL ÁRBOL FULMINADO POR EL TIEMPO QUE EXHIBE SU TRAGEDIA EN SUS RAMAS, COMO LARGOS DEDOS DISECADOS, QUERIENDO ATRAPAR LA VIDA DE NUEVO MIENTRAS UNA NÍVEA BARCA COMO ESPECTRO SIN CONSUELO FLOTA ENAJENADA EN LA CETRINA CORRIENTE. ALLÍ ES EL ÚNICO LUGAR DONDE NO ME SIENTO EXTRANJERA.

 

SE ACELERA LA NOCHE Y LA LUZ DE LOS FAROLES DENOTAN UNA LIGERA NEBLINA Y COMIENZO EL REGRESO A CASA. EXPERIMENTO DE NUEVO ESA ANGUSTIOSA SENSACIÓN DE SER OBSERVADA CUANDO ATRAVIESO LA AISLADA VEREDA DONDE ESTÁ LA CASA QUE NO TIENE VENTANAS. SIEMPRE VIENE A MI MENTE ESA INCÓGNITA DE PORQUÉ SE APODERARON DE ELLA ESOS DESGASTADOS LISTONES, DISPUESTOS CON CIERTA PREMURA OCULTANDO PARCIALMENTE LAS VENTANAS. UNA LUZ TENUE SE CUELA POR LAS RENDIJAS DÁNDOLE AÚN MÁS ESE AIRE SOBRECOGEDOR Y MI IRREVERENTE MIRADA LA ESCUDRIÑAN UNA Y OTRA VEZ MIENTRAS DESCIENDE LA COLINA.

 

EL ARCO ENVEJECIDO DE LA PUERTA DE LA CASA AMPARA UNA

ENMOHECIDA CAMPANA QUE SE MECE SUAVEMENTE CON UNA

PERTURBADORA REPETICIÓN EN EL DORADO COBRE. 

¿QUÉ SECRETOS AGUARDAN TRAS ELLA?

 

DECIDIDAMENTE ALGUIEN ME ESPÍA ENTRE LOS LISTONES PUEDO VER SU SOMBRA QUE SE MUEVE MIENTRAS MIS PASOS ME ACERCAN MÁS A SU PORTAL. UN AVE TORVA CON SU CHILLIDO CERCA DE MÍ, ME SORPRENDE HACIÉNDOME GRITAR, LUEGO ESCUCHO UN LEVE CHASQUIDO QUE PARECE PROVENIR DE LA PUERTA QUE AHORA ESTÁ ENTREABIERTA. MI CORAZÓN PARECE UN PÁJARO EN UNA JAULA QUERIENDO ESCAPAR. LA NIEBLA SE HACE MÁS DENSA, EL RECELO SE ADUEÑA DE MIS PASOS, EL MURMULLO DEL AGUA DEL RÍO OBTIENE UN TONO CEREMONIAL, ME DEJO LLEVAR POR LA ABSTRACCIÓN DE LO QUE ACONTECE DETRÁS DE LA PUERTA. LA COLA DE UN GATO TAMBORILEA UNA DANZA EN UN VIEJO BARANDAL, UN TIESTO DE FLORES ME PILLA DISTRAÍDA Y SE VUELCA SOBRE EL MUSTIO JARDÍN. DE DÓNDE DIABLOS HA SALIDO ESTO, EXCLAMÓ, PUES NUNCA VI FLOR ALGUNA ALLÍ.


PENSÉ REGRESAR SOBRE MIS PASOS Y DEJAR ATRÁS LO QUE A MI CURIOSIDAD ATEZABA, PERO ESCUCHÉ UNA VOZ CON LÚGUBRE TIMBRE QUE ME DECÍA: ¿ESTÁS SEGURA QUE NO QUIERES ENTRAR? APENAS SU ROSTRO SE DEJABA ENTREVER LLENO DE SOLEMNIDAD. ME SACUDÍ NERVIOSAMENTE EL CABELLO DEL ROSTRO, EL SONIDO DE LAS NOTAS DE UN PIANO DESDE EL INTERIOR SE COLABA, SUS OJOS CASI SONREÍAN CON IRONÍA O A MI ME LO PARECÍA, MIENTRAS SUS LABIOS TENÍAN UN RICTUS CHOCANTE. NO ERA CAPAZ DE MOVERME, NO SÉ CÓMO OCURRIÓ, PERO ESTUPEFACTA Y ATERRADA, ME DI CUENTA QUE YA ESTABA DENTRO. UN ESPEJO ROTO REFLEJABA MI IMAGEN DISTORSIONADA, UN SUAVE FULGOR TAPIZABA LAS PAREDES. SUS OJOS FIJOS ME ESCRUTABA DESDE LA SOMBRA DE UN RETABLO. EL TECHO DE PRONTO ENLOQUECIÓ Y UN NÚMERO INCREÍBLE DE MARIPOSAS DE COLORES DESCENDÍAN DE ÉL.

 

TRATÉ DE TOCARLAS CON MIS MANOS Y AL CONTACTO DE MIS DEDOS SE CONVERTÍAN EN FLORES –DEBO ESTAR SOÑANDO, PENSÉ. EL GATO AHORA MAULLABA SOBRE UN ALMOHADÓN DE TERCIOPELO PÚRPURA Y ENCIMA DE ÉL SOBRE LA PARED UN RELOJ COLGABA CON LA EXACTITUD DE LAS HORAS ENAJENADAS. FRENTE A MÍ EN EL CENTRO DE LA HABITACIÓN, COMO UN ÁNGEL CON SUS ALAS EXTENDIDAS, UN ÁRBOL TOCABA LAS ESTRELLAS. SENTÍ QUE HABÍA AMANECIDO Y SE LO PREGUNTÉ. ÉL SE SONRIÓ. ME LLEVÓ A UNA DE LAS PAREDES Y VI LA LUNA SOBRE LA NEGRURA DEL PANTANO BRILLANDO COMO UNA PERLA, EL ROCÍO QUE LA NIEBLA DEJABA SOBRE EL SENDERO, EL MUSICAL SUSPIRO DE LAS AGUAS, LA BATALLA DE LAS AVES POR LA RAMA. EL PAÑO NEGRO DEL CIELO AZOTADO DE LA VORACIDAD DE LAS POLILLAS, DEJANDO PASAR LA LUZ DE LA ETERNIDAD. TODO PARECÍA VERSE CON EXTREMO DETALLE.


TEMBLANDO, MIS OJOS VOLVIERON A MIRARLO CON ATENCIÓN. SU ENTRECEJO MARCADO POR UN RECURRENTE GESTO ADORNABA SU FRENTE. EL RUMOR DE SU PIEL ERA CAMBIANTE, LAS VIRTUDES Y DEFECTOS EN ÉL YACÍAN. SU CABELLERA, CUIDADOSAMENTE CUIDADA, PARECÍA UNA GOLONDRINA AL VUELO. EL AGUA AHORA CORRÍA BAJO MIS PIES, BRILLANTEMENTE ILUMINADA COMO UN TAPIZ EN UN PALACIO. COMENCÉ A REÍR ABRUMADA POR EL ESPLENDOR. LE DIJE USTED NO ES HUMANO ÉL SONRIÓ Y DIJO: TÚ TAMPOCO DESDE QUE ENTRASTE A LA CASA QUE NO NECESITA VENTANAS.

 

XIOMARA BEATRIZ