lunes, junio 16

Tinta coagulada.

Fernando-Gomez
                                                                                                                   El rostro en la fotografía
te mira como queriendo
descender por tus pupilas
al calor de tu alma.
Pero no es fácil besar
los labios coagulados de tinta,
dejarse envolver en la nada
a pesar de saber que existes.

El papel obstruye el sueño
mientras sigo respirando la sed
de adivinar tu semblanza
en el bulto de letras que delinean
tu tangible historia.

Los codos se hacen polvo
en la esclavitud del tablero;
fúnebres destinos anegados de sol
de forma majestuosa.

El colorido muro de la tarde
se une a la raíz de la noche,
pero yo sigo pensando
en la sombra de ti.

Xiomara Beatriz








domingo, junio 1

En el costado izquierdo de la nuca.



Brooke Shaden

Vuelve la lluvia a desfilar en el cristal,
el enamorado amante se levanta,
sintiendo aún el vivo fuego
en los iónicos balaustres del deseo.
El incienso de las sábanas se convierte en poemas;
la frase se estremece con el torbellino de las emociones.
El atavío del amor en el lecho descansa;
el murmullo del río, cual Mozart, dulcemente los arrulla,
mientras la luz de las velas se balancea
en una extraña danza sobre su pálida tela.

El vaivén de la pluma en la penumbra se desliza;
el hilo de la manta se impacienta, mientras
el espejo maldice el trueno que el relámpago agita.
Las gafas apátridas no dejan de la nariz resbalarse;
el alfabeto despierta, derrotando la virginidad.
El mundo de pronto respira en el costado izquierdo de la nuca;
sus dedos visten de primavera el talle de la cintura,
reclamando el nuevo auge de la selva
donde se hospeda la vida.

El río ya no es río:
es un desquiciado trovador
que frenéticamente se impulsa al mar.
Las almas se elevan en ardorosa entrega;
la lluvia sigue buscando la tinta negra,
mientras continúan agitando las puertas.

Xiomara Beatriz