Max Erimine.
La apocalíptica puerta entreabierta
me atrae
acerco mi mano indecisa apartando
la niebla
como invidente recorro su
semblanza
tallada de gritos y manantiales
de surcos de agonía
que en la oscura selva de
silencios
enloquecidos revientan
Un pañuelo se estruja en el
tenebroso cielo
las antiguas esquinas por el
sol han sido esquivadas
una gota oscura marca con su
intensidad el camino
la arquitectura se enreda en
la sensación del cerillo
el bigote del gato araña el
tejado resucitando el miedo
Llueve trazas de estrellas en
la piel expuesta
los ojos hambrientos del siniestro
espejo
de lo efímero se alimenta con
nauseabunda curiosidad
un leve trueno hace volar una
paloma
el simulacro del alba la
devora
Regreso a mi habitación
cuando se mueve la tela
mientras los cuerpos
desgarrados rebuscan en la tierra
la respuesta al enigma.
Xiomara Beatriz