Miles Morgan.
Las abejas zumban como pensamientos,
anidándose en las mudas heridas.
El sol delira en su epitafio sobre el paisaje;
un barco golpea la marea, impugnando a la muerte.
Los pájaros acarrean su canto al borde de la noche;
un búho recita sobre la frágil estructura de la barda.
El canto del río, alucinado, todo lo habita;
voces de piedra y escarcha lo acompañan.
Y siento la mirada de los siglos
que roen la madera de la vieja casa.
Me conmueve la leve palpitación
que burla la inexistencia
como suaves notas de jazz,
rebasando el tiempo
que inexplicablemente
llegan a mí.
Amor y muerte,
en su vórtice centellan sin parar.
El mundo demarcado abre su candado;
la casa se apodera de mis palabras,
dispersa la niebla de sus recuerdos,
me enlaza a la raíz de su historia,
astilla estrellas en un vaso
y me da de beber.
Xiomara Beatriz
