
Wanita Berdoa.
Pasos que saborean lentamente el pueblo
en el cielo deslumbran ya las pléyades
la noche las exalta sin temor
en el claustro se despierta la sangre
pues la luna llena intoxica todo de magia
con su luz todo rincón transforma
al percibir el festival de la vida
que allí se suscita
mientras el mar farfulla su eco
invitando a la orilla
a los enamorados
engastados de la mano
Ventanas abiertas respiran el aroma salino
la dulce música se pasea por doquier altanera
las sandalias son alas que se alejan
al mismo tiempo del polvo del mundo
para ir al banquete del universo que en el alma se proclama
lejos de los vanos discursos que corrompen el alma
de los pies que se arrastran con el ceño lleno de hiel
de las mudas imágenes de sangre dormida
como bóvedas de banco caminan
del monumento que mira el mar con recogimiento
mientras las campanas tañen entre triste y dulce
cuando percibo con ternura la belleza
que florece en el corazón del indigente
que reside invisible
en la puerta del templo
Todo el cabello ha huido suavemente de mi nuca
la brisa pretende robarse los pensamientos
sórdido destino de una mirada extraña pretendiendo
quemar un amor en la agonía de la lejanía
es hermoso ver cuando se balancean las ramas
de los arboles ebrios de tantas caricias
mientras el agua corre entre el empedrado camino
contando miles historias por ella arrastradas
Tengo el vicio de todo observar con la mirada
sombreada de largas pestañas
succionando con frecuencia
pequeños detalles en silencio
cuando el soplo de las energías
me hacen danzar fogosamente
ataviada como arroyo claro
entre las calles perdidas
donde mis pasos se deslizan
arrojando al regazo la riqueza
de recargados de versos
que se caldean en mi corazón
cuando la falda quiere vencer
infructuosamente al viento.
Xiomara Beatriz