sábado, octubre 2

El aroma de un libro que se abre a diario...

                                                           Waldemar hansson

Un torbellino de lluvia detrás de las cortinas al cristal acosa
pero ya se vislumbra un divino cielo azul
que empuja para poblarlo todo
mientras el impúdico vestido descansa
del hambriento del latido de la piel
las vértebras miran el techo en aparente reposo
mientras la brisa las acarician
borrando como amante toda vergüenza

Libertinaje de la belleza promete el día
arrullando con sus perfumes
los canticos de colores del paisaje
en el maravilloso decorado de la aurora
la hojarasca de la brisa parecen dedillos
tocando sobre la desnudez las cuerdas de un instrumento
o quizás como las olas de mar rindiendo su pasión a la orilla
suspirando de emoción
mientras un sol con agonía
quiere en su acechanza
a el horizonte penetrar

Contagiando todo de su ardor
cuando la piel como árbol desnudo
siente la savia ávida de su recorrido
allí donde retumban los suspiros
un delicioso juego es tratar de mantener la lucidez
cuando siente en la nuca el palpitar de nubes de mensajes
mientras se erizan los poros se va alimentando aun más la locura
cuando el verde se agita contra las canteras como fanfarrias
del eco del habitante del laberinto recorre mi espalda

Mi rostro medio dormido sobre una laguna desordenada
de suaves telas del lecho siente el clamor de la vida
pero sigo soñando con mi mente apresada
en la embriaguez de la lumbre de su mirada
en el estío de los frutos generosos que fecundan
en el suspiro ahogado de la musa

Cuando el corazón mortal trasporta
húmedos besos de norte a sur
como cazador de mi complicidad
del girar de la jungla de mis sentimientos
mientras a la ciudad la envuelven ya las inquietudes
del temor cotidiano de lo esperado y lo imprevisto
del aroma de un libro que se abre a diario.

Xiomara Beatriz