
Sus pensamientos vuelan
en las miasmas de la existencia
lanzándose sobre la bruma del pasado
donde el silencio poblaba como una hiedra los altos muros
el corazón del ruiseñor estaba atrapado entre déspotas cadenas
Al otro lado del océano también goteaba la soledad
teniendo el sol de frente
causes por donde navegar sus ríos
pero la nieve cubría su eterna noche
Hijos del mismo mar de amargura
opuestos que se contemplan
midiendo su fuerza
deslizándose sin darse cuenta en sus almas
mecidos por un nuevo ritmo
refulge un sentimiento
sacándolos del sepulcro de cristal con celestial dulzura
Desde el umbral ella lo observa aullar como animal herido
retumbado por los aires sus ecos tétricos con halitos de ira
pero también ve como fermenta luminosas pócimas de amor
con paradójica irreverencia
pues el besa
y escupe la vida
Palpitan sus femeninas manos sobre sus versos
queriéndolo poblarlo de sus quiméricas primaveras
presentir lo que se oculta entre el silencio de los vocablos
descifrar su rostro centellante cuando exuda alegría
su suave mano llena de empatía
y como serafín el silba
cuando emigran al destierro
sus oscuros pensamientos
Ellos gimen diversas sinfonías entre las rocas que caminan
ahora soplan escalofríos entre los bosques
ella quiere ser estrofa de alegría
contagiarle del secreto de la vida
como todo le murmura amor
y puede ver entre sus brumas
su hermoso corazón.
Xiomara Beatriz