Isla del Carmen, México.
Tengo una tristeza tan profunda
intento suicidarla en el horizonte
donde duerme el sol que no veo
quisiera mandarla a cantar a otras llanuras
que sea el exilio su hogar
pero ella marcha conmigo en silencio
velando mis escritos
empapando la tinta con su agrio dulzor
deambula en mi sombra
Siento su desfallecido
su aliento en mi nuca
enfríando mis venas
de su invierno
Intento rescatar la belleza de mi vida aquí
pero el pensamiento es altanero
eclipsa cualquier intento
relámpagos de nostalgias me aturden
la hierba salvaje que todo lo vestía con su verdor
la hierba salvaje que todo lo vestía con su verdor
la afable expresión de los rostros morenos
las naves que partían con alegría y se alejaban
como luciérnagas en la noche
el galope del sol
que despertaba los aromas a flores
a ceniza de cal
en el maíz
el beso salino del mar
las aves que surcaban
en toda su majestad el cielo
en toda su majestad el cielo
la luna perfumando mi balcón
mientras alguien a lo lejos
rasgaba las cuerdas de una guitarra
Ahora me abrazo a la nada
que me promete
eternidad
pero me sobresalta las sacudidas
de manos que no aprietan
sino acarician con ternura
me instan seguir caminando
con los pies embarrados de primavera
en medio del lodazal que a veces parece la vida
Xiomara Beatriz