Salados cristales resbalan en la comisura
que una vez la sonrisa hábito
el viento ahora calla
ya no sacude todo a su paso con ráfagas de alegría
una impávida niebla rodea la hoguera de su corazón
va atravesando el sueño
sin los rostros de antaño en el horizonte
bajo la tormenta de álgidas rosas blancas
ahora se encuentra
Las horas sin cosecha el tiempo marchita
las nubes que todo lo rodean mueren al tocarlas
extrañas formas en la arboleda menguan a lo lejos
su mano palpa con angustia las paredes
como una niña extraviada escucha el latir de su
corazón
el frío gris se corroe a su paso
ve el candado pero no encuentra la llave
siente que la
jaula al final
se devorara el pájaro.
Xiomara Beatriz