Ausente tan presente
en mi ausencia,
retrato de ti
fragmentado en poemas,
se refleja en el ojo;
lo rodea un espejo
como si no tuviera rostro.
Madrugada y penumbra
lo habitan.
Mi corazón suspira
cuando se asoma la travesura,
dejando atrás la congoja.
Invocas los dioses del amor
tras la sagrada conjura de tu lengua de fuego;
el piano suena mientras acercas tus labios a los míos,
ambicionando probar el divino licor de la pasión.
Pero me abruma el lloriqueo de los luceros,
clamando su desventura al saberte
en ávido vuelo hacia mí, matutino sol.
Ausente tan presente
en mi ausencia,
en el tiempo sin tiempo,
te busco con versos alados
mientras los cipreses gimen
sus otoñales colores,
cuando la tarde envejece.
Xiomara Beatriz
