lunes, febrero 8

Silencios que desnudan.



                                                                 Rudolf Bonvie.


Si pudiera en el laberinto de tu espíritu

haría despertar la belleza que siempre en

tu alma habita y que en nieblas permanece en tus alfabetos

¡Quisiera apretarte en silencio!


Una herida de fuego en el oscuro cielo de pronto se pincela

las palabras estrujadas en tus manos ya no agonizan

el aire de tu existencia mece suavemente la penuria

el sol empuja la verja que da a la soñolienta escalinata

en la habitación bullen la resonancia de tus versos

una gota azul en el tejado se escurre aterrizando

en el nuevo verdor que entumecido estaba

¿Quién puede al amor esquivar ?


A mi me gustan las bellezas

que articulan con tus palabras 

los silencios que desnudan tu alma

el niño vivo que alegre campea entre tus versos

las sombras que vomitan la realidad sobre los ojos secos

la pasión que brindas con el cáliz a la luna.


Los puentes de las diversas dimensiones se cruzan

el amor es indetenible y vuelve a transformarse

en ser visible cuando la sombra en nuestra alma

de ilusiones se ha despojado y ella conmovida

viene a rescatar lo que nunca debió perderse.


Xiomara Beatriz



lunes, febrero 1

Las soledades fecundadas




                                  Surahbi Gupta.


En el suburbio como una suave marea
los pájaros cantan pues a la primavera suspiran
el azul ahora corona los dedos desmelenados de los árboles
las ventanas se quejan de sus descoloridos matices al amanecer
ondulan como serpientes en el camino los ensueños
los helechos perturban los balcones con sus lamentos
en los pórticos descosidos por el sol con deleite juegan los niños
un rostro desconocido me sonríe desde sus ojos distantes

El tremor de los volcanes como alacranes al paisaje atosiga
mientras bajo el reloj la ciudad es azotada sin clemencia
en la esquina el miedo se escurre como un gato
la plaza sofocada ante el engranaje de inquietos pies
divulga la cicatriz del antiguo follaje que la habitó
acróbatas sobre el pavimento suplican dádivas al finalizar

Me desligo de la maraña del ambiente de la alameda
el dobladillo del indescifrable universo en él me desliza
lo que parece un gallo blanco, el cielo dorado fisura en su vuelo
las ilusiones como palomas mensajeras fecundan las soledades
el bosque de vocablos se despereza y como luciérnagas me buscan
alguien con cabello de luna me toca con su aroma a canela
el viento en éxtasis se sienta a pintar insospechados colores
la aurora con su larga trenza en la orilla del negro río poetisa
el mensajero dice que no me recuerda porque nunca me he ido

Un collar de selva y montañas en su pecho se agita
su voz retumba en el océano de sus labios de espejos
los álamos de fuego destilan dulzura mientras caminan
el barullo de amor me rodea con su escarlata alegría
una red bordada de estrellas en su caracol me arrastra

La desnudez de la mundanal existencia
se vuelve a expresar en mi entorno
la mañana no piensa ya como la que he dejado
se escuchan de nuevo los reproches atrapar a sus presas
en la nariz el aire rancio profana de nuevo los pulmones
una encorvada testigo de antiguas épocas me zarandea
pidiendo ayuda mientras el zumbido de coches
con hambrienta desesperación forcejean sin decoro en la vía
la terraza ya aparece con los pájaros de metal en su garganta
cautivando con sus notas los espectros que esboza la tarde
gira y gira mi alma queriendo en tus labios
probar de nuevo el centelleante estío.

Xiomara Beatriz