sábado, mayo 9

En memoria de tía Esperanza.



Celia Anahin

El incesante pataleo de las manecillas del reloj
al exuberante silencio aturde y la calzada continúa ataviada de la nada
mientras en prosas las nubes viajan sobre el lecho de las colinas
el rictus de tu ausencia en el agónico horizonte se percibe

 Divaga un sueño entre las confundidas tonalidades del ocaso
las gardenias inquisitivas en el confesionario liberan su fragancia  
se acrecienta la belleza de las estrellas al llegar la penumbra
me seduce este breve lapso del tiempo
donde la luna con sus historias nos hechiza

Te imagino con tu dulce sonrisa de manzana en tu nueva morada
la simiente por ti engendrada ,todo en mi vida ilumina
se dibuja en el arco iris que me abraza por la mañana,
en la rosa que me tomó de su mano con sus ojos de tiernas peonías,
en el triunfo de la primavera que cada día con sus carcajadas me sacude

Tu alma será inmortal
llevando las verdes alas de perpetua juventud
 enlazadas con tus dulces cánticos de oficiante
contigo no supe que era el enojo, ni la fatiga del amor compartido
las sombras enmarañadas en mi se disiparon con tu amanecer

Se que mas allá del valle de las siete colinas
 de las resonancias del río que siempre te cortejaban
 ahora eres música en la tierra donde no se olvida
eres la visión que me da sosiego
la que me pide seguir adelante 
y sin dejar de la tristeza marchitarme
pues tu amor para siempre conmigo vivirá.

Xiomara Beatriz




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