Me despierta el canto de un búho;
sonrío porque te recuerdo.
Me asomo a la ventana:
los cielos están cenicientos;
el río transcurre en soledad.
Hace frío para ser mayo;
esta tierra es tan impredecible
como lo eres tú,
como lo soy yo.
Leyendo tus bucólicas letras,
tropiezo con las esquinas rotas
bajo el óxido de la soledad.
Se rompe el equilibrio
y caigo en tus raíces.
Un gato con el sol juega ajedrez;
aumenta el escándalo de las aves.
El tumulto me hace huir de las sílabas,
despertando el atavío
que cuelga desfallecido
luego de haber vaciado
el alma en tus versos.
Xiomara Beatriz