La tarde se va desmoronando;
el tétrico nombre de la ausencia
mis labios recorren.
Serpentea la luz en la persiana,
mientras la noche,
entre los rompientes
nimbos, me interroga.
La sombra en el borde se sienta;
el tiempo con las estrellas se enreda,
y ya no estás.
En el principio, la dulce tentación
del viaje distinto causaba turbación.
Intenté el retorno al comenzar la caída,
pero mi sangre en tu latido revivió.
Ahora ya no espero nada;
la soledad en la nuca me respira,
pues ya no estás.
Xiomara Beatriz
