
Con el soplo de los sueños arrebatados
las tinieblas en su seno con delicia lo acogieron
duros tiempos se avecinaban
hasta las trémulas hojas visionaban el
el aro de hierro que le esperaba….
Retener el sol que se escondía
tras la selva de cemento que le rodeaba
en sus manos no podría
no había ni respiro… ni espaldas a salvo …
mientras el golpe sordo del cuero le acompañaba
allí en la buhardilla de los espejos rotos…
Desde entonces aprendió a odiar la lluvia
que resbalaba tras los cristales
pues pensaba eran sus lágrimas
que por alguien fueron furtivamente robadas…
Ahora el mundo ya no era un suave murmullo
sino lamentos conquistados en pedregosos senderos
mientras el peso de mundo cargado a su espalda
era un retrete que le daba nauseas..
Y a su corazón convirtió en un invernadero
perdido en un laberinto inexpugnable
donde el mismo se aseguraba
que ninguna alma fuese capaz
nunca de poder hallarle...
Xiomara Beatriz