Bucólicos senderos recorro alumbrado por faroles
el olor de la isla huérfano de mezquindades
nunca lo olvidare
meditabunda lo recorro grabando en mi memoria
cada detalle temerosa de que se borren un día
un espasmo de tristeza me recorre
como un largo beso de despedida
y sigue soplando el viento
por todos los flancos
converso con él mientras la noche
es sacudida por el canto de ranas
hay un barullo de agitación
enardecido por las
celebraciones...
No sé cómo decirle adiós
me embriaga su ambrosia
pero siempre seré una peregrina
cantándole al amor
será que me recuerden las aves cuando me vaya
o la caricia del mar en la orilla extrañe mis huellas
habré sido capaz de dejar hogueras
perennemente encendidas
en algunos corazones que he conocido
por los cuales siempre me sentiré bendecida...
Me detengo a contemplar unos chicos que ensayan
queriendo arrancarle notas a sus instrumentos
sonrió al verles ajenos aun de comprender
el desafío de la vida
celebrando la muerte con entusiasmo
tiembla la piel comienza a refrescar
me envuelve
la fragancia de inciensos
mientras brilla la luz sobre el canal de agua...
Habrá aguacero en mis ojos
cuando deba decirle adiós a la isla
como le he dicho a tantas tierras
miradas de ternuras
manos pequeñas
almas debilitadas
que he visto como fortalecen ante el amor
dado sin medida y sin esperar nada a cambio..
Dulces cantos se acunaran por siempre en mi corazón
lleno de extraños sueños
donde los soles danzan abrazados a la luna
y la melancolía son ramas que alegra el rio de miel
que nutre los campos llenos de versos ...
Xiomara Beatriz