Xiomara Berríos..
La vidente de júbilo sonríe,
la perversa baraja del invierno
se ha quedado en silencio,
con su cabello atado exhala suspiros.
Por fin despiertan las petrificadas raíces,
la luz todo lo absorbe reproduciendo versátiles
formas.
En la ribera del río, el naranja del atardecer
se empeña en todo poseer.
Se impregna la música hechizante del Jazz,
como un torbellino bajo la piel.
La mirada atrevida del rojo,
hace aflorar en las pálidas tez su luz.
La casa del té enciende la estufa
cuando en la calle de la lujuria
deambulan unas celestiales figuras
con ojos desvalidos .
El santificado edificio que todo vigila
aún ostenta su osada ambición,
reluciendo su aristocrática mentira
en el viejo barrio
francés.
Se escuchan entre balbuceos historias
de los viscosos deseos que acontecen bajo los infames burdeles.
La belleza es la bujía que no se extingue en estas
veredas.
Me he condenado a recorrer su ecléctico embrujo,
bajo el vértigo de imágenes que en su fulgor embosca
dentro de la deseada caja de la oscuridad.
Xiomara Beatriz .
